La patera no era una opción: demasiados riesgos. Eso sin contar la travesía del Sahara a pié, o el endeudamiento con las mafias de la emigración. Así que pensó en otras opciones. Lo intentó por avión, pero no pudo ni comprar el billete. Luego, gracias al amigo de un primo, se enroló como marinero en un crucero de bandera panameña que recorría todo el Mediterráneo. Pudo bajar a tierra en Barcelona, pero cuando llegó la hora de zarpar estaba como uno más en su puesto: demasiadas propinas, demasiadas mujeres insatisfechas.
Lo del crucero duró hasta que el armador decidió retirar el barco y devolver a sus empleados la libertad de la desocupación. Pero para entonces Saulo tenía suficiente dinero como para viajar a Europa en avión. En lugar de eso, compró un viejo local desvencijado, una antena parabólica, una televisión de pantalla plana y un cartel que rezaba "La otra Europa". Hoy es el lugar de reunión predilecto de los europeos destinados en las diversas ONG que orbitan por su ciudad.
Comentarios
Además de "demasiadas mujeres insatisfechas" he echado de menos "y demasiados hombres insatisfechos" puesto k hoy día el mercado es muy amplio...no nos kedemos en los tópicos. Un beset.