Para acabar mi alocución haré referencia a los seres míticos que habitaban las noches en la oscura postguerra. Ustedes habrán oído hablar del sacamantecas o del hombre del saco. Estos son conocidos por la mayoría de los niños, dado que han perdido su esencia inicial y se han convertido en un mero instrumento de aleccionamiento utilizada por los padres contra hijos desobedientes.
Lo que se olvida con frecuencia es que estos personajes tienen una base real, no son fruto de la imaginación, sino de personas reales que eran especiales y extraños para el resto de los seres. Lo mismo que el roba sombras. Este personaje no ha sobrevivido en las leyendas actuales, pero durante una época aterrorizó a los habitantes de los montes asturianos. Decían que cazaba sombras y que aquellos a los que atacaba terminaban muriendo, al dejar de ser obstáculos para la luz.
Ustedes dirán que no es más que un mito, pero sólo aquellos a los que les han extraído un sorbito de sombra saben que lo que digo es cierto, personas que no soportan la luz o que incluso sólo son capaces de vivir en penumbra, como yo.
Lo que se olvida con frecuencia es que estos personajes tienen una base real, no son fruto de la imaginación, sino de personas reales que eran especiales y extraños para el resto de los seres. Lo mismo que el roba sombras. Este personaje no ha sobrevivido en las leyendas actuales, pero durante una época aterrorizó a los habitantes de los montes asturianos. Decían que cazaba sombras y que aquellos a los que atacaba terminaban muriendo, al dejar de ser obstáculos para la luz.
Ustedes dirán que no es más que un mito, pero sólo aquellos a los que les han extraído un sorbito de sombra saben que lo que digo es cierto, personas que no soportan la luz o que incluso sólo son capaces de vivir en penumbra, como yo.
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