El suero entró en mis venas acompañado de una horrible sensación de calor. Notaba claramente fluir el líquido azul por mis entrañas, abriéndose paso hasta el corazón, dejándome dolorido y adormecido por igual. Poco a poco mis sentidos se fueron embotando hasta que los ruidos comenzaron a sonarme huecos y dotados de un eco pirenaico.
Mis ojos luchaban por seguir abiertos, pero el líquido teñía de añil los objetos y me ponía pesas en los párpados.
Cuando ya no pude mantenerlos abiertos supe que estaba en sus manos.
Mis ojos luchaban por seguir abiertos, pero el líquido teñía de añil los objetos y me ponía pesas en los párpados.
Cuando ya no pude mantenerlos abiertos supe que estaba en sus manos.
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