Desde hace años tengo una rara afición que nace de una curiosa capacidad aún más rara.
Por las noches me paseo por las calles de la ciudad, parándome junto a las ventanas más próximas a la calle. Desde allí intento captar los sueños de los durmientes. Cuando ese sueño es feliz, lo que suele coincidir con imágenes en color, entonces me introduzco en él y voy modificando los componentes hasta convertirlos en pesadillas horribles.
Mis preferidos son los sueños de amor y sexo, en los que ella o él (según sea el objeto del deseo) terminan convertidos en monstruos devoradores que, en lugar de llevarte hasta el orgasmo, te llevan al borde de la misma muerte.
Luego, de camino a casa, me imagino a mis desconocidos durmientes desconcertados e inseguros de sus sentimientos. Entonces soy feliz.
Por las noches me paseo por las calles de la ciudad, parándome junto a las ventanas más próximas a la calle. Desde allí intento captar los sueños de los durmientes. Cuando ese sueño es feliz, lo que suele coincidir con imágenes en color, entonces me introduzco en él y voy modificando los componentes hasta convertirlos en pesadillas horribles.
Mis preferidos son los sueños de amor y sexo, en los que ella o él (según sea el objeto del deseo) terminan convertidos en monstruos devoradores que, en lugar de llevarte hasta el orgasmo, te llevan al borde de la misma muerte.
Luego, de camino a casa, me imagino a mis desconocidos durmientes desconcertados e inseguros de sus sentimientos. Entonces soy feliz.
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