El coche frena pero es inútil. La velocidad que llevaba le impide parar a tiempo y el hombre es arrollado y posteriormente despedido hacia la acera. Alguien sale del coche y mira hacia el lugar dónde yace el atropellado. Le rodea una pequeña multitud y sus ojos se cruzan con los de una mujer de mediana edad que va embutida en un abrigo largo y tocada con una especie de sombrerito tirolés. "Lo ha matado, lo ha matado", grita la señora.
Siente miedo y vuelve al coche: huye.
La policía intenta recabar datos, todo el mundo señala que la señora del sombrero es la que se fijó en la persona del coche. Les dice que era un hombre y añade detalles de la matrícula que no terminan de coincidir con los de otro testigo.
La señora vuelve a casa tarde, donde la espera su hija hecha un mar de lágrimas. "Tuve miedo, madre, tuve miedo", le dice y ambas se abrazan en el recibidor.
Siente miedo y vuelve al coche: huye.
La policía intenta recabar datos, todo el mundo señala que la señora del sombrero es la que se fijó en la persona del coche. Les dice que era un hombre y añade detalles de la matrícula que no terminan de coincidir con los de otro testigo.
La señora vuelve a casa tarde, donde la espera su hija hecha un mar de lágrimas. "Tuve miedo, madre, tuve miedo", le dice y ambas se abrazan en el recibidor.
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