Sus pupilas, rodeadas de azul, apuntaban a un impreciso punto más allá del horizonte. El vaivén de las olas acariciando el casco provocaba suaves cambios en su campo visual, que a intervalos regulares pasaba del azul profundo del mar al azul etéreo del cielo.
Entonces, por un momento, quiso estar en las profundidades de ese azul que tanta calma le producía mirar, hundido bajo toneladas de agua, viendo pasar los bancos de peces mientras su cuerpo terminaba perdiéndose en el negro de las profundidades abisales.
Entonces, por un momento, quiso estar en las profundidades de ese azul que tanta calma le producía mirar, hundido bajo toneladas de agua, viendo pasar los bancos de peces mientras su cuerpo terminaba perdiéndose en el negro de las profundidades abisales.
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