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El miedo de Ari

Ari escuchaba las voces de la mujer que avisaba a sus conciudadanos del peligro. El calor, la postura y aquellas palabras casi le hicieron perder el sentido. A punto estuvo de gritar y lanzarse al ataque en ese mismo instante. Pero se contuvo, le contuvieron.
Fuera, los cantos y vítores fueron haciendo inaudible las advertencias de la mujer. Y entonces, sintieron cómo se movía pesadamente la figura.
Fue el primero en salir, los troyanos apenas se daban cuenta de lo que pasaba. Uno tras otro caían a manos de la avanzadilla. En pocas horas la flota aquea habría vuelto sobre sus pasos y la ciudad sería sin duda suya. Por fin: un botín fabuloso, pasar a la historia como los grandes hérores. Aunque, en ese momento, lo único que tenía en la cabeza era encontrar a esa mujer para matarla. La mujer que le había descubierto lo que era el miedo.

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