Dicen que cuando uno está a punto de irse al otro barrio ve su vida como en una película. No es cierto: aquí estoy ahora, junto a una máquina que está mezclando la sustancia letal que acabará conmigo y no veo más que un grupo de sombras apenas sin rostro tras un cristal.
Ninguno ha conseguido que me doblegue: ni alcaides, ni curas… ni siquiera lo han logrado con esa marrullería de traer a mi madre. No me arrepiento. De nada.
Juraría que ya noto como corre por mis venas ese veneno. Esto está a punto de terminar: ojalá que luego sólo esté la nada. Ojalá. Pero justo un instante antes, tras la barrera de cristal, adivino unos ojos. Y son los de ella.
Ninguno ha conseguido que me doblegue: ni alcaides, ni curas… ni siquiera lo han logrado con esa marrullería de traer a mi madre. No me arrepiento. De nada.
Juraría que ya noto como corre por mis venas ese veneno. Esto está a punto de terminar: ojalá que luego sólo esté la nada. Ojalá. Pero justo un instante antes, tras la barrera de cristal, adivino unos ojos. Y son los de ella.
Comentarios